Textos: Robert Puente 
Ser el técnico que cuida de las pistas, y quien socorre a los accidentados, supone una gran y apasionante responsabilidad. Los días de invierno, especialmente los fines de semana, somos muchas decenas de miles de españoles los que nos desplazamos hasta las estaciones de esquí nacionales (cientos de miles, si incluyésemos a quienes esquían en Andorra, Francia, y otros países). Y en todas las estaciones, el pistero, es sin duda, una de sus figuras más propiamente representativas.
Dicen que es una profesión dura, y desde la que se pueden extraer entre otras, este tipo de conclusiones:
Pros
– Verdaderamente gratificante si te apasiona.
– Te permite vivir en plena naturaleza, con ambiente espectacular y diferente.
– Podrás respirar uno de los aires más limpios y puros que existen.
– Se disfruta de un ambiente de trabajo con compañeros que viven orgullosos por y para su profesión.
– Tendrás la posibilidad de realizar dobles temporadas compatibilizándolo con el hemisferio sur. Por tanto viajar, vivir una vida diferente y nada monótona.
– Serás cada día el primero en realizar la primera esquiada sobre la mejor nieve y sin huellas.
Contras
– Posible inestabilidad económica, ya que se trata de un trabajo temporal en la mayoría de los casos.
– Existen días de condiciones climatológicas extremas y desagradables.
– A diario hay que madrugar para subir a primera hora, y tener que esperar al cierre de las pistas a última hora de la tarde
