Hay dos circunstancias que pueden provocar esta acción que, aunque suele marcarse más en el viraje por extensión, también se vé en los demás:
– En el derrapaje (con cambio por extensión): Se da cuando el esquiador de iniciación o nivel medio/bajo quiere cambiar de sentido rápidamente para evitar el aumento de velocidad que conlleva deslizarse con los esquís mirando hacia la pendiente.
Pretenderá evitar esto último recortando el giro hasta tal punto que si no elevase el esquí interior, al menos por la espátula, se le quedaría clavada desestabilizándole al menos momentáneamente.
La acción viene derivada de una inclinación, rotación y cambio de peso (1) demasiado rápidos hacia el siguiente viraje, y que no dan tiempo a que los esquís trabajen casi por sí solos con facilidad.
– Conduciendo: Se produce cuando un esquiador avanzado inicia su proyección hacia el siguiente viraje de manera natural por encontrarse esa extremidad más distendida.
A ello se unen otros factores como:
~ La diferente colocación vertical de las extremidades inferiores con respecto a la pendiente, añadido al propósito de anticipar la siguiente posición (2) lo más rápidamente posible,
~ La total confianza y concentración de los apoyos sobre el esquí preferente (exterior), que hacen olvidar en cierta medida al interior. Más aún por la posible inestabilidad o encarrilamiento que puede crear este esquí al llevar menor presión (3).
* Por todos estos motivos se hace más cómodo, seguro y eficaz alzar el esquí sutilmente respecto a la nieve, para facilitar la maniobra y evitar riesgos.
(1) También puede existir un ligero pivotamiento.
(2) Invertida lateralmente.
(3) El exterior que pasa a interior.
Textos extraídos del Libro «Técnica y Pedagogía del Esquí Alpino – Manual del Profesor»,
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